Tierra, fuego y aire: cómo afecta la ceniza volcánica al medio marino

 

Velel

La campaña realizada en El Hierro demuestra cómo afectan las cenizas a algunas especies marinas / MNH

¿Puede el incendio de un bosque afectar a la vida marina de una zona costera cercana, incluso varios meses después de que el suceso haya ocurrido? La respuesta a esta cuestión  no la tenemos que buscar en tratados o informes complejos, que los biólogos manejamos con asiduidad, sino in situ, en la propia naturaleza. Un fenómeno del que fuimos testigos durante una campaña a la isla de El Hierro, allá por el año 2009, de manera fortuita nos aclaró dudas en torno a la incidencia que los incendios forestales tienen sobre la flora y fauna marina, en especial la microscópica situada en los primeros centímetros de la superficie del agua de mar, fracción denominada capa neustónica.  El ecosistema neustónico (muy poco conocido) comprende el pleuston, es decir animales y vegetales parcialmente sumergidos; así como neuston propiamente dicho (donde se incluye el epineuston -insectos de la superficie del agua- e hiponeuston,  especies que pasan toda su vida como parte de esa comunidad, en especial copépodos de la familia Pontellidae). En este último caso conforman el hiponeuston temporal, además, estados larvarios y juveniles de especies pelágicas, bentónicas y bentopelágicas.

Estas especies presentan adaptaciones morfológicas y fisiológicas, así como ciertas particularidades pigmentarias. No olvidemos que el neuston está vinculado a un medio ricamente oxigenado, dado que las aguas superficiales en contacto con la atmósfera se caracterizan por fuertes concentraciones  de oxígeno, que varían con la temperatura y la latitud. Es preciso recordar, asimismo, que la capa superficial de los océanos y mares es solo una fracción mínima del conjunto del dominio pelágico (las grandes masas de agua) y que, a pesar de su débil grosor (apenas unos 10-20 centímetros), acoge un poblamiento biológico perfectamente adaptado  a condiciones ecológicas muy particulares. El pleuston por ejemplo agrupa vegetales y animales que se ven influenciados por los vientos al disponer –en algunos casos- de un flotador, caso del sifonóforo Physalia physalis, llamado carabela o fragata portuguesa, un organismo muy peligroso capaz de causar graves daños no solo a sus presas…sino también a los usuarios de las playas o de las llamadas Velas (Velella velella). De todas formas, no podemos ignorar que el neuston es un término complejo, de hecho numerosos autores no se ponen de acuerdo respecto a su definición, incluso respecto a la franja que abarca o sobre aquellos organismos que se incluyen en dicha comunidad. Un equipo del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife (MNH) que realizaba una campaña a la isla de El Hierro en 2009, dos años antes de la erupción submarina que tuvo lugar en El Mar de Las Calmas (La Restinga, El Hierro), tuvo la oportunidad de comprobar fortuitamente cómo numerosas cenizas, procedentes de incendios en bosques, tenían repercusión sobre las comunidades de la capa superficial del océano, dando lugar a un trabajo científico que se publicó en uno de los últimos números de la revista Vieraea (Hernández & Vera, 2011).

Fragmentos de corteza de Pinus canariensis, quemados,  fueron especialmente significativos en las colectas, cuantificándose en 4.7 gramos de peso seco. El origen de estos residuos (cenizas) se relacionó con un incendio originado en la zona de Fuencaliente (isla de La Palma), que había tenido lugar unos meses antes de la campaña (julio de 2009). Con escasas referencias previas respecto a estos fenómenos, dado que existen pocos trabajos publicados, los organismos se ven afectados de manera muy variada. Destacamos incidencias locales de contaminación, por ingesta o disolución de cenizas; cambios en luminosidad y efectividad en la predación o utilización como potencial sustrato. Durante la observación de los autores, numerosos huevos, así como larvas de grupos zoológicos diversos (crustáceos, equinodermos, peces, moluscos, anélidos…) se hallaban adheridos a los fragmentos de cenizas recogidos en los aparatos de colecta, incluso a los de pequeño tamaño (< 3 mm), por tanto parte de esos huevos y larvas en algunos casos (no en todos) pueden ser inviables.

Si pertenecen a animales que migrarán al fondo, muchos pueden quedar atrapados en estos microcebos que actúan como trampas y nunca alcanzarán su objetivo (desplazarse libremente o decantarse al fondo y desarrollarse como un animal bentónico…). Por otro lado, llamó especialmente la atención la altísima abundancia de ejemplares del género Halobates (curiosos insectos acuáticos que patinan sobre la película superficial) que se recogieron en las pescas (especialmente las diurnas). De acuerdo con la bibliografía consultada, estos animales necesitan superficies  flotantes inertes, incluso vivas, para depositar sus puestas y completar su ciclo (Andersen & Cheng, 2004; Seapy, 1996). De hecho, numerosos huevos se observaron sobre prácticamente la totalidad de fragmentos de cenizas. Estos insectos constituyen parte de la dieta de algunas aves marinas pelágicas por ejemplo en Hawaii (Cheng & Harrison, 1983; Cheng et al., 2010), caso de Bulweria bulwerii (petrel de Bulwer), aunque no existen datos publicados para aguas de Canarias que, por el momento, nos permitan determinar si su abundancia  puntual incide sobre  el equilibrio trófico del ecosistema. Seguiremos informando…

*Fátima Hernández es conservadora marina del Museo de la Naturaleza y el Hombre

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