Semblanza a nuestro profesor Ángel Gutiérrez Ravelo

Ángel Gutiérrez Ravelo

El profesor de la ULL Ángel Gutiérrez Ravelo se jubila este año / DA

¿Cómo olvidar a aquellas personas que nos estimularon a aprender, y que cimentaron lo que serían nuestras carreras profesionales, nuestra vida? Es imposible. Siempre quedarán grabadas en nuestra memoria. Eso es lo que pasa cuando tenemos buenos profesores, educadores.

En este artículo se resalta a uno de esos educadores, al cual le ha llegado la edad de jubilarse y abandonar sus tan queridas aulas. Cuando llega esa mal denominada “edad de jubilación de un profesor” debería mirar atrás y ver su legado. Este profesor -Ángel Gutiérrez Ravelo- puede sentirse orgulloso y satisfecho del legado de su carrera: formador de formadores, colaborador del buen trabajo, amigo de las ramas del saber, pero por encima de todo, excelente persona.

No cabría en este medio las contribuciones al desarrollo de la ciencia y a la formación de personas con las que ha contribuido este profesor. Sin duda, su bondadosa huella ha quedado grabada en multitud de ellas a lo largo de su vida. Su buen hacer y brillo humano lo ha propagado por todos los lugares donde ha estado y con todas las personas que se ha tropezado en su camino. Un luchador incansable, siempre en la brecha, incombustible en su entrega al trabajo diario, le ha llegado el tiempo de su merecido descanso, sin deberes ni horario.

Las clases en la facultad se hacían muy cortas con él, porque nos contaba anécdotas y era una persona en la que podías confiar, humanizaba esa imagen de profesor. Siempre pendiente de sus alumnos, y apoyando a muchos de sus compañeros en grandes dificultades. Ahora, tras más de cuarenta años de enseñanza, dejará paso a lo que él tan cariñosamente llama “el futuro, la gente joven”. Pero por las calles de nuestra capital lo veremos, se nos acercará con una sonrisa amable y nos llegará el recuerdo de esa persona cargada de paciencia, de amor y de razones, de una gran cosecha de cultura, la cual sembró en miles de alumnos en su larga y fecunda trayectoria académica.

Se va de la Universidad de La Laguna con un rico equipaje de indelebles recuerdos en su despedida. Seguro que no le gusta pensar que se jubila, sino que llega a una meta de trabajo y se retira de las tizas, de los rotuladores de pizarras y de las presentaciones en powerpoint dentro del aula, pero seguirá dando sus lecciones fuera de ella.

Mentor y ejemplo para muchísimos profesionales de la enseñanza. Siempre optimista y generoso, potenciando e impulsando los valores de sus alumnos. Nunca olvido una de sus tantas citas: “uno debe imitar a las buenas personas”. Gracias por contagiarnos con su espíritu y transmitirnos de manera tan maravillosa las verdades más importantes de esta vida.

“Un maestro afecta la eternidad; nunca se sabe dónde termina su influencia”. Henry Adams

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